sábado, 10 de abril de 2010

"Bellísima inteligentísima valiosísima"

Canto a la ternura sin precedentes (Poemas incendiarios) POEMA-CAP.40

¿Tendríamos más o menos la misma edad, guapísima?
¡GUAPÍSIMAS! ¿Imágenes reconocibles de nuestras abuelitas? La mía, sra. Juana de Tarsis. La de Vos, de todas las Ucranias, tanto patria de Amazonas como la tierra de Tarsis y su diosa Epona, diosa de los caballos ¿tanto como de la Epos Palabra?, mi Terrible Poesía, Terrible Belleza, Diana Terrible, Temible Palas



A pesar de toda la gentuza que figura en todos los “hoy día” de todos los tiempos como cultura, LA CULTURA ES, fuimos, seremos. Cada vez que oigo veo a Alejandra mencionada como otra más entre todos los tipejos que aspiran a ello o son considerados como cultura de su tiempo, pobre cultura, se me levanta cierta ira por el pecho, cierto asco, cierto desprecio cada vez más pronunciado por todo y todos cuantos se dicen cultura en mi tiempo. Y yo, como ella y tantos, al igual que la cultura auténtica de la inauténtica cultura, soy a pesar vuestro.

Dije en mi libro “Reescribir el Quijote”, que si Cervantes aspiró y logró defenestrar los libros de caballerías, toda la irrealidad de los mismos, por su verídico Quijano y su otra, no menos hermosa por veraz que la Beatrice de Dante, otra, ésta humana más que divina, tapada, otra brilló por su ausencia, Aldonza Dulcinea (que así, para ser verídico al menos, debe ser todo personaje femenino que se nos describa desde lo masculino); si Cervantes aspiró y logró el que por su verídico Quijote se fuese toda la literatura antigua tropezando, el Quijote ayudado por la Celestina y otras verídicas crónicas, descarnados Lazarillos… Aquí tenemos que yo y ayudada seguramente por algunos más, fantasmas presentes o etéreos, si todavía vivos o ya muertos, otros más además de mi amada Alejandra, haré que Cervantes y toda la novelería que le siguió aspirando a crónicas tan reales como la vida misma, esa mierda mundo, o basada en los pequeños instintos de su autor, conciencia pedestre y mercachifle de tanto que se llama novela... ¡SE TROPIECEN POR ESTA REALIDAD TODAVÍA MÁS ALTA QUE TRASPASA HASTA EN IMAGINACIÓN A LAS CABALLERÍAS MITOLÓGICAS Y TODOS SUS MILAGROS! Y soy yo, que ya no necesito llamarme Quijote o llamártelo, muslo mío, ni tampoco a mí o a vos proponer de Aldonza Dulcinea, Julieta, Beatrice, Dñª Inés, sino llanamente de nuestros idénticamente hermosos nombres, bellas caras, Bellísimas inteligentísimas valiosísimas, Flora Alejandra, Carmen.

Pongamos las firmas de nuestros dos rostros de Th’end al libro, ensangrentados rostros, aunque no sea paño de Verónica el lienzo sino fotografía.

Se baja el telón de “Solo veo rosas” -Poemas incendiarios- (ahora “Canto a la ternura sin precedentes” –poemas incendiarios-) ¿Y se amanece en otra vida?

Esto, como bien puede verse, era el epílogo de la primera redacción del libro, titulado así “Solo veo rosas –poemas incendiarios-“. Pero, como también puede verse, puede ser por mí colocado en el centro de esto que ahora sí será el definitivo libro, ya continuación de otro definitivo, ¿que por otro definitivo se seguirá? ...Terceras partes que nunca fueron buenas si no fueron Trinidad. ¿Por ahí vamos, aspirando a hipóstasis? Ya que no fui lo hipotético y jamás me gustó lo hipócrita...

Se baja el telón ¿Y se amanece en otra vida?:
Así debiera ser todo teatro en prosa o verso: telón que se descorre a una nueva vida, toda novela eso.
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