jueves, 8 de abril de 2010

"Si pudiera ahogar mi memoria soleada"

Canto a la ternura sin precedentes (Poemas incendiarios) POEMA-CAP.33

2 de junio de 1969
Siempre quise vivir en el interior de un cuadro, ser un objeto a contemplar. Pero a veces quiero vivir en el ojo que mira ese cuadro en donde estoy. Este último deseo es menos frecuente que el anterior.

Cuidado que le cumplen a algunos los sueños para a otros hacernos polvo. O: Cuidado con lo que sueñas no sea que se te cumpla... Y polvo te veas …mas polvo enamorado; mas polvo. ¡Aunque polvo interestelar intervidas, qué orgasmo jamás alcanzado de pulverizarse los ojos!
En el grito de una criatura humana que encuentra su verdadera voz en su “noche oscura del alma”
Canto del Suicida en su último grito que te utiliza como su cuerpo de Mujer:
También sus palabras aunque desde otra vida.
Llama de Amor
Nombro la Luz para nombrarte
En el oído de un músico…en el sueño de un poeta
Gracias por elegirme Amors y aunque sea una música frustrada, para depositar en mi pabellón auditivo el amado filtro de tu voz, esa con la que debiste haberte ganado la vida que tú expresabas como deseo también ese año de tu ida a New York, tu lenta y grave y triste voz, tu cálida, tu penetrante mi muy Alejandra.
Gracias mi más que Amors por estar en mis sueños. Si estuvieras tú únicamente en ellos... ¿Dentro de cinco años sólo estarás ya tú hermosura?
(Al formular esa pregunta a los muertos, nos fallaron las dotes intuitivas. Dentro de esos cinco años... Hemos vuelto pa’trás. Estamos a esos cinco años, 2010, como antes de 2002, ¡ni siquiera como antes de 2005!)
Siempre quise vivir en el interior de un cuadro
Interior de un cuadro ¿y desde allí mirar, como al espejo, el exterior que nos refleja? Dichosos los muertos para los cuales todo exterior es ya así: Algo que les devuelve su imagen y no esta extrañeza donde nos consumimos los vivos notando todo exterior como algo que nos mata que nos anula; ¡o algo aún peor: como aquello que nos extrae los tuétanos, succiona nuestra médula y no para reflejarla luego sino para suprimirla en lo extraño, en el asco, en algo que únicamente refleja todo lo que no somos!
Yo, de pequeña, de púber, y hasta de adolescente, jugaba a dar vida a los pueblos que construía entrándome en ellos y dividiéndome en cada uno de sus muñecos o personajes. Meterme al interior de tu cuadro y rescatarte la vida allí secuestrada, en el interior de los rasgos de tu fotografía, ¡vestirme de ti! Entrar Carmen y salir Alejandra, así intercambiábamos tristes visiones de la vida. O… Entraste Alejandra y saldrá Carmen. ¡Qué falta me hacías mi desalmada muerta! Sí, tan desalmada como la sociedad a la que escuchaste el que te murieses, me mueren me anochecen, y que deposita en mi oído tus cenizas a los treinta años de inmolarte.

Vivir en mi ojo....

24-6-72
Dormida escribo
Dime hijo
¿Por qué no tengo yo unas alas tan bellas
con ese noble tono y círculo marrón?
...Pero tampoco puedes preguntárselo a ella.
El Amor por la lengua.
La Palabra: El Amor.

Siempre pensé que ese verso onírico escrito en sueños por mí en el 72:
“con ese noble tono y círculo marrón”,
hacía referencia a un iris.
¿Vivías ya en mi iris al que declarabas de “noble tono” su “círculo marrón”, desde tres meses antes de morirte, ¡desde antes!?
¿Era tu Voz en mi sueño diciéndote a ti misma, aun cuando a mí, que tampoco podías preguntárselo a ella, preguntármelo?

Continuaste en mi sueño estas palabras extraídas seguramente de un sueño tuyo, por ello el título principal de
“VOCES”
y el encabezamiento:
Escrito en el Crepúsculo
¿Para quién el silencio?
-El anochecer es el mismo en todas partes.
-Estás detrás de la lluvia, detrás de la cara del muerto.
Si pudiera comerme la lengua, si pudiera ahogar en un agua negra
mi memoria soleada.
-Cuando hablas no se entiende nada
-Soy oscura porque estoy sola.
-No les hablés: mirá y pasá
-Me coge. Que parece morir. Que parezco agonizar.
Y fechaste 16/VI/72
¿Y quién te cogía en tu sueño que parecía morir y hacerte agonizar? ¿Quién te cogía con Amor tan desmedido que hasta te hacía desear ahogar en un agua negra tu memoria soleada, aquello de que las mayores fiestas ocurren en el sexo y en los cuerpos para los cuales el ¡está lo otro, lo otro!, Que parece morir, Que parezco agonizar, lo otro que no es nada?

¿Vivir en mi ojo, en el ojo que te contempla, que ahogase tu memoria soleada, tu íntimo deseo de no haber pasado nunca por ciertas experiencias, fue tu suicidio, como mi suicidio fue no haber tenido nunca memoria soleada de ese infame sol que tú deseaste matar tantas veces... que hasta con un cuchillo en uno de tus relatos, y era un hombre, fatuo ejemplar del género masculino deseando sacarte de tu noche? Y recuerdo otro de mis sueños-canciones-teatro de hace tantos años como de los setenta, donde la matadora en el escenario canta al que acaba de apuñalar:
-Levanta hombre,
despiértate aquí,
a la orilla del cuchillo,
la punta de la navaja
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