domingo, 18 de abril de 2010

y tan sólo un tacón de aguja bolígrafo hembra para enfrentarse a todos

Canto a la ternura sin precedentes (Poemas incendiarios) POEMA-CAP.55

27 de junio de 1955
Ningún libro puede ya sostenerme. Dostoievski me aburre. Nietzche me deja insensible. Siento un caos. No sé por dónde empezar.
El vacío. Apollinaire aconsejaba para vencer el vacío escribir una palabra luego otra y otra hasta que se llene.

¡Soy Argentina! Argentum, i: plata. Mis ojos se aburren ante la evidencia. Pampa y caballito criollo. Literatura soporífera. Una se acerca a un libro argentino. ¿Qué ocurre? Viles imitaciones francesas, modismos en bastardilla, fotografías pesadas del campo
(Esto que es la pesadez de los “Cien años de soledad” y tanto Cortázar y no digamos si el imitador de ambos y sus guerritas con pretensiones de fin de mundo cuando al otro le duraban cien años. Paréntesis es mío, como se nota). De pronto aparece un escrito rrrrealista. ¡Magnífico! Encuentro entonces palabras como «puta» escrita cincuenta veces o diez variaciones más made in Dock Sud: Descripción de la viejita, del mate y de doña XX. O si no una bibliografía de los mejores libros clásicos o unos cuentos del tiempo de los valsecitos y las crinolinas, o un affaire in love en las montañas cordobesas llenas de cabritos y ¡de nuevo! mates amargos.

Ella ya era a sus 19 años esa potente pluma y mente literaria que jamás necesitó viajar a París, allí donde únicamente aprendería cómo se enmudece a los mejores en beneficio de los peores, allí donde le revalidarían lo ya aprendido en el párvulos de su tierra, lo que, de vuelta a ese párvulos autóctono, se le volvería “doctorado”: cómo la nada que se dice por los nadie que son todo, ¡y que son tantos!, es lo único que importa, si aspiras a publicar. Ella confeccionando su mejor prosa y verso en el silencio de la impublicación de lo que sólo a su muerte vería la luz: Esta mejor literatura de sus diarios.

Todo lo que importa es una descripción de la viejita, del mate y de doña XX, o un affaire in love en las montañas cordobesas llenas de cabritos y ¡de nuevo! mates amargos, o la palabra «puta» escrita cincuenta veces, si aspiras a publicación: novela. ¡¿Cuándo otro género (¿y existirán los géneros, los formatos, cuando ni siquiera prosa ni verso, pues la una puede ser el otro, o el otro, la una, en tantos casos?) desde que Cervantes la jodiese con su verídico Quijano abriéndoles los ojos a los inversores mercachifles con otro negocio más con el que pervertir-explotar-camelar-distraer-atontar a las masas o crear “puestos de trabajo”, esos novelistas que volverían a comer del ejercicio de la pluma vendida al mejor postor, esta vez pueblo, esta vez mercader, antaño reyes generales desde Homero y su crónica-novela-fábula en alabanza del poder al que sirviese?!

¡Soy Argentina! Argentum, i: plata. Mis ojos se aburren ante la evidencia. Pampa y caballito criollo. Literatura soporífera.
Soy española,
soy de la Francia;
desgraciadamente, de Rusia,
¡ni EEUU que me pase el río
de la anónima muerte en Venecia!
¡Pampa y caballito criollo!;
toros y telecinco, antes RTVE;
pan y circo;
Código da Vinci;
Pascual Duarte en familia,
Eva su prima en Perolandia;
la pasión de Jesucristo o turca;
el camino de Santiago;
los consejos de Perogrullo polifacético,
¡su teatro!,
¡sus libros!;
la escena de los acontecimientos,
sólo hay que echarle rostro a la memoria,
¡a todo!, siempre echarle rostro,
buenas anécdotas o chistes
a pasar por las mentes más insignes
sinónimo de ingeniosas...
antes de 1955 y ahora.


Tanto lenguaje semen viejo pidiendo a gritos un aplastamiento o extirpamiento de la literaria próstata
y tan sólo un tacón de aguja
bolígrafo hembra
para enfrentarse a todos...
Mísera vida.
Seguimos ahí

40 del mes 20 del año dos millones, tal vez más, coincide con 2003

Escribir una palabra luego otra y otra hasta que se llene:
Que viene a ser casi toda la literatura.
¡Tan lleno, tan lleno! Que hasta da vómito. ¿Y por ello se regurgita a los imprescindibles en beneficio de los pasables, todos hubiésemos podido vivir, no unos cuantos, sin ellos, en nuestras sociedades, tan eupépticas que acaba ardiéndoles la estomacal invidencia aunque las úlceras también se las padezcamos otros?
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